13 mayo 2014

El proceso de integración de mis experiencias actuales ha cobrado nuevas dimensiones desde una fecha imprecisa. Se trata de una onda expansiva y pronunciada que modifica todo en mi cuerpo.

Mi corazón es una flama originaria de un lugar secreto.

Navego entre la cotidianidad y el sueño con orden. Antes descubrí  las cualidades de la vigilia y del estado onírico, aprendí a reconocer los puentes colgantes que unen ambas dimensiones y los accesos a casi todas sus venas subterráneas.

Mi corazón es una flama originaria de un lugar secreto.

Algunos días cierro los ojos y doy pasos a tientas. Soy andadora inconsciente del vacío.

Mi corazón es una flama originaria de un lugar secreto.

Mi cabello crece durante las noches hasta envolverme en hilos blancos y duros. Por las mañanas, antes de salir de casa, lo podo cariñosamente y lo entinto de color negro rubí para que mis pensamientos permanezcan encendidos en la oscuridad tan oscura del mundo.

Mi corazón es una flama originaria de un lugar secreto.

Vi a unas mujeres de piel escamosa, más desdentadas que yo y con cabellos más muertos que los míos. Su mirada delataba la existencia de algo que no conozco: el hambre.

Mi corazón es una flama originaria de un lugar secreto.

Supe de una mujer que fue vendida, de otra que fue azotada y de una que pide dinero a su marido para pagar el camión que la lleva hasta la iglesia. También de una joven que quiere dedicarse a cantar pero los padres la obligan a terminar una carrera universitaria, de otra que quiere tener hijos y no puede, de otra que lo tendrá y no quiere.

Mi corazón es una flama originaria de un lugar secreto.

Estoy consciente de mi propia lucha por se dueña de mi cuerpo y sus actos, por conquistar el poder de mis palabras, por existir sin pedir permiso. Era necesario aprender a verme y tener la voluntad para vivir el presente. 

Mi corazón es una flama originaria de un lugar secreto.


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