25 marzo 2015

empecé a hacer ejercicio cuando me estaba volviendo loca y no lograba dormir. tenía que cansarme lo suficiente para lograrlo. la bici fue mi primera medicina, después correr. corría también como loca y gritaba maldiciones mientras lo hacía. nadie escuchaba. ese fue el principio, pero enseguida descubrí que mi cuerpo estaba ahí, desatendido y abandonado. me dolían partes del cuerpo que no sabía que tenía y eso me ayudó a tomar consciencia de mí. nunca antes había prestado atención a mis músculos ni a mi respiración.

la respiración es un proceso curativo, revelador, todo un reto cuando subes una montaña o intentas llegar nadando hasta un arrecife en el mar Caribe. inhalar, exhalar, desafío indescriptible cuando sientes que la vida se agota. la clave es la producción de serotonina, eso leí. hubo muchos cambios y ya está. le tomé cariño al ejercicio hasta descubrir la práctica de la Yoga y posteriormente de la meditación.

él tiene los ojos de color azul Mediterráneo y un día me dijo: "pedalea, pedalea. es la única forma que encontré para sudar todas las drogas que me metí en los noventa". posición dos a toda marcha. yo nunca he visto el Mediterráneo, pero me imagino que tiene un color azul que sólo en sueños.




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